Hasta ese momento, disfrutarán de las distintas actividades que las familias programan con ellos, además de encuentros con otras familias de acogida de la región.
Una experiencia, sin duda, inolvidable para todos y que las familias de acogida valoran como muy gratificante tanto para los pequeños como para las propias familias que durante estos casi dos meses les ofrecen otra forma de vivir muy diferente a la que tienen en los campamentos de refugiados.
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